2 de junio de 2015

No es egoísmo

Cuando decidimos prestar atención a nuestras necesidades, expectativas, deseos, sentimientos y opiniones (en lugar de esperar que otros lo hagan por nosotros) y empezamos a cuidar de nosotros mismos, podemos llegar a sentirnos egoístas. De la misma forma, cuando alguien respeta sus propios valores y pone sus límites podemos percibir a esa persona como egoísta.

El diccionario de la Real Academia Española define el egoísmo como un inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás. Esto no tiene nada que ver con poseer una buena autoestima y saber establecer límites. Se trata de que aprendamos a adoptar una posición de igualdad respecto a los demás, no de superioridad ni de inferioridad. 

Las personas que se preocupan en exceso por los sentimientos y el comportamiento de los demás suelen utilizar la manipulación y el control para intentar cambiar las actitudes de la gente que les rodea. Detrás de una imagen aparentemente complaciente y desinteresada se esconden sus propias motivaciones. Si después de haber renunciado a sus principios por satisfacer al otro no reciben lo que buscaban se sentirán traicionados, heridos y abandonados.

La principal diferencia entre una persona egoísta y otra con una sana autoestima es que la primera intentará controlar a los demás para conseguir lo que quiere, mientras que la segunda no tendrá necesidad de controlar a nadie porque sabe que su felicidad solo depende de ella misma.

En el libro de Robin Norwood uno de los pasos hacia la recuperación de las mujeres que aman demasiado es el de volverse egoístas, en el sentido de dar prioridad a sus necesidades y deseos, en lugar de ponerlos en último lugar. Podremos ocuparnos de las necesidades de los demás una vez que las nuestras estén cubiertas.

Todos vemos razonable que en los protocolos de emergencia se establezca que para poder ayudar a alguien en un accidente debamos ponernos primero nuestra máscara de oxígeno y el chaleco salvavidas. A nadie en su sano juicio se le ocurriría decir que esa es una actitud egoísta.

Tener una buena autoestima y establecer nuestros límites no solo nos beneficia a nosotros, sino también a aquellos que nos rodean. Solo de esta forma estaremos capacitados para dar y ayudar a los demás sin esperar nada a cambio. Nadie puede dar lo que no tiene y si no nos amamos, respetamos y cuidamos a nosotros mismos difícilmente podremos hacerlo con otras personas.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por participar en este blog