30 de junio de 2015

Ira

En ocasiones podemos tener miedo de expresar nuestra ira por evitar hacer sentir mal a otras personas. Si además nos han educado para mostrarnos como personas amables y asociamos el enfado con el rechazo y el abandono, nos costará aún más mostrar este sentimiento, que es tan legítimo como el resto. 

No somos malas personas por enfadarnos. Tenemos todo el derecho a sentirnos así, nuestra responsabilidad es manejar esa ira de forma adecuada. Si le gritamos a alguien a quien no teníamos intención de gritar o fruncimos el ceño y ponemos mala cara, solo conseguiremos aislarnos porque nadie querrá estar a nuestro alrededor, pero no solucionaremos el problema que provocó nuestro enfado.

Algunas sugerencias para manejar la ira:
  • Permitámonos enfadarnos cuando necesitemos hacerlo.
  • Sintamos la emoción, sin juzgarla.
  • Reconozcamos los pensamientos que acompañan al sentimiento.
  • Gran parte de la ira proviene de necesidades insatisfechas. Dejemos de gritarle a la persona con quien estamos enfadados, pensemos qué necesitamos de ella y pidámoslo. Si no puede o no quiere dárnoslo, reflexionemos sobre qué debemos hacer para cuidar de nosotros mismos.
  • No dejemos que la ira nos controle. No perdamos el control sobre nuestros actos ni pongamos en peligro nuestra seguridad por reaccionar a la ira.
  • Somos responsables de nuestro sentimiento, aunque sea una reacción a la conducta inadecuada de otra persona.
  • Aceptémonos tal y como somos.
  • El ejercicio físico es muy bueno para descargar la energía.
  • Escribir cartas expresando lo que sentimos nos ayudará a soltar la ira acumulada. No es necesario enviarlas.
  • No lastimemos a los demás cuando estemos enfadados ni permitamos a otros que nos hagan daño (física o emocionalmente) cuando lo estén ellos.
  • Deshagámonos de todo sentimiento de culpa. La culpa no ayuda nada.

Debemos aprender a manejar nuestra ira, no reprimirla. Es muy sano enfadarse cuando necesitemos hacerlo. Este sentimiento es como la mala hierba, no desaparecerá si lo ignoramos, sino que crecerá salvajemente y se apoderará de nosotros.



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