28 de septiembre de 2015

Cambio

"Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo" es una célebre frase de Albert Einstein que nos recuerda lo importante que es el cambio en nuestras vidas para crecer y evolucionar.

No obstante, los seres humanos somos criaturas de hábitos y nos cuesta mucho deshacernos de ellos. Cuando se trata de las relaciones personales, muchas veces preferimos lo que ya conocemos y sabemos manejar (aunque nos cause sufrimiento) que el miedo a lo desconocido. Esto puede llevarnos a permanecer junto a personas por las que ya no sentimos lo mismo o incluso en relaciones tóxicas que no nos permiten ser felices.

Cuando hemos pasado demasiado tiempo mostrándonos a los demás de una forma en la que no somos realmente con la pretensión de gustar y ser aceptados, puede que nosotros mismos lleguemos a dudar de quienes somos realmente y de nuestros propios sentimientos. En estas circunstancias, pensar en cambiar algo es muy complicado porque no sabemos de dónde partimos exactamente, así que surgen infinidad de excusas y pretextos para quedarnos como estamos.

Si tomamos consciencia de haber repetido un patrón similar en todas nuestras relaciones y no obstante seguimos actuando de la misma forma, no podemos esperar que por arte de magia el resultado sea diferente. Si pensamos que estamos llenos de defectos y que no somos lo suficientemente buenos para que alguien nos quiera tal y como somos, estaremos enviando ese mensaje a los demás de forma inconsciente.

Muchas veces somos nosotros mismos quienes saboteamos nuestras relaciones y en otras ocasiones culpamos a nuestras parejas de arruinarlas, pero decidimos permanecer en ellas. Nadie puede aprovecharse de nosotros si no se lo permitimos. 

Dejemos de mirar hacia afuera y analicemos qué estamos haciendo nosotros para obtener otros resultados. Tomemos la responsabilidad de nuestra vida y hagamos los cambios que sean necesarios para alcanzar nuestras metas.

Nuestra vida no evolucionará hasta que no cortemos con las dinámicas disfuncionales que nos mantienen enganchados a nuestras antiguas parejas o a situaciones del pasado que ya no podemos cambiar. Permanecer ahí es como dejarnos llevar por la corriente de un río, confiando en que la propia fuerza del agua nos llevará al punto al que queremos llegar. Aunque en algunas ocasiones nos dejemos llevar, es fundamental que en ciertos momentos agarremos el timón y dirijamos nuestra vida por donde realmente queremos que vaya.



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