11 de marzo de 2015

Cosa de dos

Las relaciones de pareja son siempre cosa de dos y cuando una de las partes asume más responsabilidad de la que le corresponde la relación se desvirtúa. Es fundamental que sepamos diferenciar qué es responsabilidad nuestra y qué es responsabilidad del otro. Centrémonos en trabajar en nuestra parte para que mejore la relación y dejemos al otro hacer su trabajo también, no pretendamos hacerlo nosotros por ellos.

Los problemas suelen darse cuando empezamos a preguntarnos qué pensará la otra persona, qué puedo hacer yo para que se sienta mejor y que así se comporte como yo quiero. Dejamos de centrarnos en lo que sentimos nosotros para centrarnos en lo que siente el otro y eso es algo que no podemos controlar por mucho empeño y energía que pongamos en ello. Lo único que conseguiremos es desgastarnos.

Si una relación no nos da lo que necesitamos tenemos que ser realistas y valientes para afrontarlo y salir, no quedarnos ahí intentando cambiar lo que no está en nuestra mano. La idealización del otro y de la propia relación muchas veces no nos deja ver la realidad y nos auto-engañamos pensando que todo es mejor de lo que es en realidad.

Siempre que estemos en una relación (no sólo de pareja) deberíamos preguntarnos si nos hace sentir bien, si nos aporta algo positivo para crecer o por el contrario nos hace sufrir y nos está limitando en nuestro crecimiento personal. Este análisis hay que hacerlo desde la realidad de los hechos, no desde la idealización o la fantasía que podemos haber creado en nuestra mente.
Incluso cuando una relación no funciona siempre nos aportará algo valioso, bien sea lo que compartimos con esa persona o lo que aprendimos sobre nosotros mismos.

Es preferible la soledad digna y sin conflicto, que una relacion incompleta en la que la carencia manda.





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