14 de abril de 2016

Libertad emocional

Podemos definir la libertad emocional como aquella que nos permite ser conscientes de nuestros sentimientos y actuar conforme a ellos, sin que la actitud o comentarios de las personas que nos rodean nos influyan. De esta forma, si estamos tristes o enfadados no tendremos la necesidad de ocultar esas emociones por temor a que los demás nos perciban como individuos deprimidos o malhumorados. Sentiremos la pena, la rabia o el miedo de la misma forma que la alegría, la sorpresa o el amor. Aceptaremos cualquier emoción que nos sobrevenga, entendiendo que son nuestras y que debemos darles cabida en nuestro interior.

Lamentablemente, el odio, la envidia y principalmente el miedo son los guías de nuestro comportamiento en demasiadas ocasiones. Debemos atrevernos a cambiar, a pensar, a mejorar y a crecer, asumiendo el gran esfuerzo que todo esto supone.

La educación de las emociones implica dominio de sí mismo, que en ningún caso debe entenderse como represión. Se trata del empleo racional de nuestros recursos para superar aquellas situaciones que nos causan tensión, mejorando las condiciones en las que nos enfrentamos a ellas y resolviéndolas de forma respetuosa con nosotros mismos y con los demás.

Para llegar a esto necesitaremos cambiar nuestras creencias limitantes por la confianza en nuestras capacidades y reemplazar los mensajes negativos que nos enviamos por afirmaciones que refuercen nuestra autoestima y nos recuerden que con trabajo y dedicación seremos capaces de alcanzar muchas metas.


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