20 de junio de 2016

Procrastinación

El hábito de procrastinar o dejar todo para el último momento es más habitual de lo que imaginamos y, aunque muchas veces se relaciona con la dejadez o la pereza, generalmente viene originado por falta de confianza en nuestras capacidades, por resistencias al cambio o por un alto grado de auto-crítica y perfeccionismo. Una y otra vez retrasamos esa tarea que no nos gusta porque preferimos la gratificación inmediata de hacer cualquier otra cosa, por improductiva que sea. En ocasiones llegamos a pensar que si dejamos pasar mucho tiempo finalmente no tendremos que llevarla a cabo, cosa que en condiciones normales no suele suceder.  

Tim Urban (http://waitbutwhy.com) afirma que hay dos tipos de procrastinación, aquella que cuenta con una fecha límite y la que no tiene un plazo establecido. Sin duda es mucho más peligroso el segundo, ya que en el primer caso generalmente nos pondremos en marcha cuando nos demos cuenta de que hemos dejado pasar más tiempo del que deberíamos y que nuestra fecha límite está a la vuelta de la esquina. En la recta final nos daremos el atracón y sacaremos adelante todo el trabajo que deberíamos haber hecho en las anteriores semanas o meses. 

Cuando se trata de situaciones de nuestra vida que no cuentan con un "deadline" la cosa se complica. No tenemos una fecha límite para montar nuestro propio negocio, ni para cambiar de trabajo, ni para abandonar una relación que no nos hace felices... Son circunstancias que requieren de un esfuerzo por nuestra parte o de mantener una conversación incómoda que nos da mucha pereza, así que nos quedamos como estamos, esperando a que algo cambie por arte de magia. Esta es la procrastinación más dañina, ya que corremos el riesgo de ver pasar nuestra vida como meros espectadores, sin intervenir en ella por miedo a equivocarnos, a que nos hagan daño o a parecer idiotas si decimos algo inapropiado.

Parémonos a pensar qué es lo que estamos postergando y tratemos de entender por qué lo hacemos. Si somos sinceros con nosotros mismos entenderemos los motivos y nos resultará más sencillo combatirlos.

Os animo a ver la charla de Tim Urban en la que explica de una forma muy divertida qué hay en la mente de un procrastinador crónico.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por participar en este blog