4 de diciembre de 2015

Reflejo de nuestro interior

La forma en que nos vemos a nosotros mismos no tiene por qué coincidir con la imagen que proyectamos hacia el exterior. Esto en parte se debe a que no siempre decimos lo que pensamos y a que en ocasiones nos comportamos de forma diferente a como nos sentimos realmente. Las acciones hablan por sí solas, de nada servirá definirnos de una determinada manera si nuestros actos dicen lo contrario. Si aseguramos ser leales pero traicionamos a la gente, o decimos ser cariñosos y nos mostramos ariscos con quienes tenemos a nuestro alrededor... Lo que transmitimos con nuestro comportamiento prevalece siempre a lo que comunicamos con palabras, y eso va a influir definitivamente en la percepción que los demás tienen de nosotros.

Si no hay concordancia entre lo que pensamos, sentimos, decimos y hacemos, estaremos sometidos a una gran tensión, ya que tendremos que vigilar que todo lo que mostramos hacia afuera encaje con la imagen que queremos dar en un determinado momento, aunque esta no tenga nada que ver con lo que albergamos en nuestro interior. Obviamente esta es una tarea extenuante que no puede sostenerse durante mucho tiempo. 

Es positivo que aspiremos a mostrar siempre la mejor versión de nosotros mismos, pero no merece la pena mostrarnos de una forma diferente a como somos realmente con el único objetivo de ser aceptados. El problema fundamental se da cuando somos nosotros los que no nos aceptamos, autocensuramos nuestra forma de pensar o nuestros sentimientos, los juzgamos como negativos y los escondemos por temor a que el resto del mundo los vea de la misma manera. Los sentimientos no son ni buenos ni malos por sí mismos, no pasa nada por sentir miedo, tristeza, rabia, dolor,... Todos son sentimientos propios del ser humano. Otra cosa es cómo reaccionamos cuando aparecen, pero si aprendemos a identificarlos y los aceptamos, sin duda podremos hacerlo de una forma más controlada.

Una vez que hayamos identificado y aceptado el sentimiento podremos expresarlo si lo consideramos oportuno, pero no dejemos de hacerlo por temor a lo que puedan decir o pensar los demás. Decir lo que pensamos y expresar cómo nos sentimos es una forma muy sana de relacionarnos, siempre que lo hagamos desde el respeto.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por participar en este blog