Poner fin a una relación de pareja es siempre doloroso, aunque sea una decisión muy meditada y sepamos que es lo mejor para nosotros y seguramente también para la otra persona. Para poder superarlo tendremos que pasar por las distintas fases del duelo, que podemos enumerar como negación, rabia, negociación, depresión y aceptación. Para superar el duelo es fundamental que nos hagamos cargo de los sentimientos que afloran en cada una de estas fases y que convivamos con ellos. Todo el sufrimiento pasará, pero inevitablemente estará con nosotros durante un tiempo y lo mejor que podemos hacer mientras tanto es cuidar de nosotros mismos.
Aunque parezca imposible, hay que confiar en que todo va a mejorar y en que volveremos a sentirnos bien. Es sólo una cuestión de tiempo. Cuando nuestro corazón sienta nostalgia, debemos usar la razón y recordar los motivos por los que esa relación no nos hace felices. El dolor que sentimos es producto del apego que hemos creado hacia nuestra ex-pareja, aunque se tratara de una relación tóxica que no nos hacía ningún bien.
Es natural que sintamos miedo de tener que empezar de nuevo. Tenderemos a idealizar a nuestra ex-pareja, sobrevalorando sus virtudes y minimizando sus defectos. Necesitaremos una gran fuerza de voluntad para no contactar con él o ella, al menos al principio, ya que esto afectaría de forma negativa nuestra salud física, mental y espiritual. Sentiremos que todas las áreas de nuestra vida se verán afectadas por la ruptura, pero todo esto forma parte del duelo.
En esos momentos puede sernos de gran ayuda recurrir a una persona cercana y confiable con la que validar nuestros sentimientos y pensamientos. También puede ayudarnos escribir todo lo que se nos venga a la cabeza, volcar nuestros sentimientos sobre el papel dejará espacio libre en nuestra mente y en nuestro corazón. Pero sobre todo tenemos que recordar que la vida y el mundo continúan.
Ante una ruptura sentimental nunca podremos evitar el dolor y el sufrimiento, pero sí podremos disminuirlos considerablemente si la aceptamos cuanto antes.
No vivimos para nadie ni nadie vive para nosotros. Tenemos solo una vida y esta se vive en el presente, no en el pasado ni en el futuro. Nuestro futuro no depende de nadie, salvo de nosotros mismos.
Es natural que sintamos miedo de tener que empezar de nuevo. Tenderemos a idealizar a nuestra ex-pareja, sobrevalorando sus virtudes y minimizando sus defectos. Necesitaremos una gran fuerza de voluntad para no contactar con él o ella, al menos al principio, ya que esto afectaría de forma negativa nuestra salud física, mental y espiritual. Sentiremos que todas las áreas de nuestra vida se verán afectadas por la ruptura, pero todo esto forma parte del duelo.
En esos momentos puede sernos de gran ayuda recurrir a una persona cercana y confiable con la que validar nuestros sentimientos y pensamientos. También puede ayudarnos escribir todo lo que se nos venga a la cabeza, volcar nuestros sentimientos sobre el papel dejará espacio libre en nuestra mente y en nuestro corazón. Pero sobre todo tenemos que recordar que la vida y el mundo continúan.
Ante una ruptura sentimental nunca podremos evitar el dolor y el sufrimiento, pero sí podremos disminuirlos considerablemente si la aceptamos cuanto antes.
No vivimos para nadie ni nadie vive para nosotros. Tenemos solo una vida y esta se vive en el presente, no en el pasado ni en el futuro. Nuestro futuro no depende de nadie, salvo de nosotros mismos.