Los seres humanos somos criaturas sociales, necesitamos hablar, comunicarnos y sentirnos queridos. Si no nos relacionamos con los demás, nuestra vida está vacía. Y es la calidad de nuestras relaciones la que determina la calidad de nuestra vida.
El hecho de tener al lado a personas a quienes queremos hace que los buenos momentos sean todavía mejores al poder ser compartidos y permite también que las situaciones difíciles sean menos duras. Si nos guardamos los problemas para nosotros mismos es probable que los veamos cada vez más grandes y que acabemos sintiéndonos abrumados e impotentes ante ellos. Toda alegría compartida se multiplica por dos y al compartir un problema éste se reduce a la mitad.
Para conservar y cuidar nuestras relaciones familiares, de amistad o de pareja tenemos que aprender a aceptar a los demás por lo que son, sin centrarnos en los defectos que puedan tener, sino en sus cualidades positivas y en todo lo que nos aportan para ser nosotros mejores personas.
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